En la actualidad, el etiquetado nutricional de los productos se ha convertido en una herramienta fundamental para los consumidores que buscan mejorar su alimentación y tomar decisiones informadas sobre los alimentos que consumen. Sin embargo, para muchas personas, descifrar la información que aparece en las etiquetas sigue siendo un desafío, al desconocer qué significan los valores, los porcentajes y cómo diferenciar entre los componentes saludables y los perjudiciales.
“Leer
correctamente las etiquetas nutricionales es clave para adoptar una
alimentación saludable y evitar el consumo excesivo de azúcares, grasas y
sodio. Educarse en este tema permite hacer elecciones informadas y cuidar la
salud a largo plazo”, subraya Estefani Soto, nutricionista de Dos Pinos.
Lo
primero que debemos observar es el tamaño de la porción, es importante seguir
un orden lógico. Toda la información que aparece en la etiqueta nutricional se
basa en una cantidad específica del producto, que no siempre equivale a la
totalidad del paquete. Es común que los consumidores asuman que los valores
mostrados corresponden a la cantidad total del alimento, cuando en realidad
solo se aplican a una porción determinada.
Esta
falta de conocimiento genera confusiones comunes, como interpretar erróneamente
las unidades de medida: un consumidor puede leer "400 kilojoules" y
asumir que son calorías, cuando en realidad 1 kcal equivale a aproximadamente
4,18 kJ (kilojoules).
Junto
con el tamaño de la porción, es importante identificar la cantidad de calorías
que aporta el producto por porción. Las calorías son la medida de energía que
obtenemos de los alimentos y, dependiendo de nuestras necesidades individuales,
debemos moderar su consumo para mantener un equilibrio en nuestra alimentación.
Otro
error frecuente es creer que los carbohidratos totales son lo mismo que los
azúcares añadidos, cuando en realidad los primeros incluyen fibras y almidones
esenciales para el organismo. Entender estos detalles es clave para tomar
decisiones informadas sobre la alimentación y evitar interpretaciones
equivocadas que pueden afectar la salud.
Hay
que tener presente que los macronutrientes son los principales componentes de
los alimentos y se dividen en tres categorías:
Carbohidratos:
Incluyen azúcares, fibra y almidones. Es importante diferenciar entre los
azúcares naturales (presentes en frutas, leche y otros alimentos) y los
azúcares añadidos, que se incorporan artificialmente y cuyo consumo debe ser
limitado. Cada 5 gramos de azúcar añadido equivalen a una cucharadita, lo que
ayuda a visualizar mejor su contenido.
Proteínas: Son esenciales para la
reparación y crecimiento de los tejidos. Si un producto indica que tiene un 10%
o más del Valor Diario Recomendado (VDR) de proteínas, se considera una buena
fuente de este nutriente.
Grasas: Se deben evaluar tanto
las grasas totales como las grasas saturadas y trans. Las grasas saludables,
como las monoinsaturadas presentes en frutos secos, aguacates y aceite de
oliva, son beneficiosas, mientras que las grasas trans deben evitarse debido a
su impacto negativo en la salud cardiovascular.
De
acuerdo al especialista, se debe evitar los productos con calorías vacías y sin
nutrientes esenciales como refrescos y jugos procesados, bebidas azucaradas.
Dulces y golosinas, productos ultra procesados con altos niveles de azúcares
añadidos y grasas trans, dado a que el consumo frecuente de estos productos
puede contribuir a la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades
cardiovasculares.
Consejos para elegir productos más
saludables
✔ Prefiere alimentos con menos azúcares añadidos: Busca productos
con menos de 5 gramos de azúcar por porción.
✔ Elige productos ricos en fibra: Un contenido de fibra superior a 6
g por 100 g o 3 g por 100 Kcal indica un
buen aporte.
✔ Modera el consumo de sodio: Un exceso de sodio puede contribuir a
la hipertensión; idealmente, busca opciones con menos de 140 mg por porción.
✔ Selecciona fuentes de proteínas: Prefiere alimentos con más del
10% del VDR en proteínas.
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