El 17 de mayo del 2021 comenzamos nuestra expedición por el Caribe desde Guatemala hasta Honduras en búsqueda de microplásticos durante un recorrido de 660 kilómetros.
La expedición tenía como objetivo principal realizar estudios
científicos de microplásticos en el mar Caribe comenzando en Guatemala hasta
Honduras y documentar de forma audiovisual la contaminación de plástico que afecta
las playas, arrecifes, la biodiversidad y además las comunidades que viven de
la pesca y el turismo.
Plasticósfera 2021: Río Motagua emplasticando el Caribe, fue una gran
oportunidad para el equipo.Nos permitió tener de primera mano evidencia del
impacto del plástico en el océano.
“Lo más importante de la expedición es poder compartir con nuestra
comunidad y el mayor número de personas posibles, el resultado de los estudios
para crear mayor consciencia sobre el impacto del plástico en el mar”, comenta
Sergio Izquierdo, líder de la expedición.
Fue importante darnos cuenta que el efecto del plástico sobre el
ambiente, va más allá que lo estrictamente estético, no se trata nada más de lo
feo que se ven las playas con estos desechos.
Estos desperdicios se fragmentan en pequeñas partículas microplásticos y
además emiten substancias químicas tóxicas, que ninguna barda por más
tecnológica que sea o se vea puede atrapar.
Estos desechos provocan problemas a los animales como, obstrucción de
las vías aéreas e intestinales, enredamiento, lo confunden con alimentos y además
debido a las substancias químicas tóxicas que contiene el plástico les provocan
problemas reproductivos y otras enfermedades.
Es por eso que otro objetivo importante de la expedición es que, a
través de la información generada por el equipo, se motiven los tomadores de
decisión; autoridades de gobierno y empresas para que busquen soluciones en el
origen, no soluciones de maquillaje o al final del tubo como actividades de
limpieza y las bardas. Tampoco este
nuevo dispositivo Interceptor que han promovido en los últimos días, no es nada
más que otra biobarda que no soluciona el problema sino solo lo maquilla. Este
tipo de actividades desafortunadamente solucionan solamente una parte del
problema y no de forma permanente.
Actualmente, sólo se alcanza a recuperar con el reciclaje entre 5 y 10%
del plástico que se produce a nivel mundial. Y, el mayor sinsentido es, que
paradójicamente éste pareciera estimular su consumo, precisamente por el efecto
placebo que ejerce sobre las personas.
La expedición estuvo conformada por un grupo multidisciplinario de
biólogos, ambientalistas, conservacionistas, fotógrafos, periodistas que
documentaron la realidad y los hallazgos encontrados a lo largo del recorrido,
en uno de los afluentes más importantes de Centroamérica.
Recorrido, recolección de muestras
El recorrido de la expedición fue de 660 kilómetros. A lo largo del
trayecto se tomaron muestras de microplásticos con la red de arrastre en
diferentes puntos. Al respecto la bióloga hondureña Zara Zuniga comentó que la
toma de muestras cumplió ciertos criterios como: tirar dispositivos de arrastre
por una hora en un recorrido de 4 kilómetros y en todo este tiempo se fueron
colectando las partículas que se encuentran en la superficie del océano. Lo que
encontramos en este dispositivo de arrastre fue colado por tres cribas de
diferentes tallas. En el primer colador quedaron las partículas mayores (1mm),
y en la siguiente las menores a 1mm (microplásticos).
“Lo más impactante en la expedición fue que en cada momento que tiramos
el dispositivo de arrastre siempre encontramos microplástico y fue realmente
algo que no me esperaba. No sabíamos que el nivel de contaminación en el Golfo
de Honduras era tan alto y es realmente impactante saber que hasta este punto
hemos llegado”, expresa Zuniga. Agrega que el 60% de los peces tenía
microplástico, y esto equivale a 16 de 25 peces muestreados.
Daniela Bianchi, quien es emprendedora y administradora de proyectos
ganó un espacio en la expedición al ganar el concurso que se realizó en redes
sociales. Siempre ha sido promotora de conservar y cuidar el planeta en sus
redes sociales a través de su emprendimiento y tienda en línea Organicum. “Esta ha sido una de las experiencias más
impactantes en mi vida, en primer lugar, porque por días estuve rodeada de
naturaleza y de un gran equipo. Segundo, sentí impotencia y me sentí frustrada,
pero al mismo tiempo esto me motiva a continuar con mi labor de educación
ambiental. Entendí que “morir por plástico” no es una expresión exagerada, es
una realidad que vamos a vivir, si no empezamos a actuar con urgencia. Lo que más la impactó fue saber que los
hábitos de consumo de las personas no se quedan en sus casas, sino llegan hasta
el océano (sin importar que tan mar adentro o afuera estemos). A pesar de que
ya tenía conocimiento sobre el impacto que genera el plástico de un solo uso en
el ambiente durante Plasticósfera se convenció aún más de lo necesario que
resulta “abrir los ojos a la realidad que estamos viviendo y saber que nos
afecta a todos. Empezar a cambiar nuestros hábitos de consumo y buscar
alternativas amigables con el medio ambiente. Influenciar a otros a tener
conciencia para ser parte del cambio; exigir a las empresas a que hagan un
cambio: somos la demanda y sin ella las empresas no existen; aplicar las 5R en
cualquier decisión de consumo que tomemos: rechaza, reduce, reusa, recicla y
reintegra.
De la expedición se analizaron muestras de 6 transectos (Bahía de
Amatique, Desembocadura Motagua, Omoa, Parque Nacional Utila, Refugio de Vida
Silvestre Punta de Manabique y Parque Nacional Río Dulce.) para identificar y
cuantificar microplásticos.
Para ello se realizaron los análisis en uno de los laboratorios del
Departamento de Biología de la Universidad del Valle de Guatemala con ayuda de
estudiantes de biología, liderados por la bióloga Ninoshka López. “A las
muestras se les realizó una digestión orgánica para eliminar materia orgánica y
poder separar los microplásticos, los cuales no se ven afectados por este
proceso. Posterior a ello, se hizo una separación por densidad para que los
microplásticos quedaran flotando y se pudieran colectar para observarse bajo el
estereoscopio. Así se identificaron y cuantificaron, realizando una separación
por tipos de microplástico: fibras, fragmento, pellet, film y foam.
Se encontraron microplásticos en todas las muestras, siendo los resultados los siguientes:
Lugar |
Abundacia total MP (no./km2) |
Bahía de Amatique, Guatemala |
113,264 |
Desembocadura Motagua, Guatemala |
203,640 |
Omoa, Honduras |
103,386 |
Parque Nacional Utila, Honduras |
239,986 |
Refugio de
Vida Silvestre Punta de Manabique, Guatemala |
340,428 |
Parque
Nacional Río Dulce, Guatemala |
84463 |
Para la bióloga Ninoshka López de la Universidad del Valle del
Guatemala, estos resultados son verdaderamente alarmantes. Se han hecho
estudios en lagos de Guatemala como Atitlán (realizado por la bióloga Ninoshka
López), Amatitlán y Petén Itzá. “Realmente no se puede comparar con estos
resultados porque estos son cuerpos de agua dulce y cada uno muestra un sistema
diferente de interacción. Sin embargo, por dar un dato de Atitlán se encontró
un estimado de 128,000 partículas/km2; datos similares a los encontrados en
estos transectos. Por tal motivo, no importa cuál sea el cuerpo de agua, sino
que en todos hay presencia de microplásticos, lo cual no sucede solo en
Guatemala, sino que en el mundo entero”, concluye la científica.
Izquierdo explica que se ha considerado que las “bio”bardas, la limpieza
de playas, el reciclaje de plástico o empaques biodegradables son la solución y
definitivamente NO lo son. “La única solución es rechazar el plástico de un
solo uso y elegir desde el momento de compra, empaques que sean amigables y
sostenibles con el medio ambiente”.
El consumidor está informado acerca del grave problema ambiental que
representa el plástico de un uso y está listo para dejar de consumirlo,
desafortunadamente las empresas ponen en el mercado pocas alternativas
amigables con el ambiente. De ahí que,
el cambio va a ocurrir solamente con el arbitraje de un organismo regulador y
es allí en donde se necesita la actuación del ente organizado supuestamente
para buscar el bien común, el gobierno. Esto para desviar la responsabilidad
del consumidor hacia las empresas que en último caso introducen al mercado
estos envases plásticos desechables. Es importante establecer los fundamentos
de la Responsabilidad Extendida del Productor, en el que la empresa que produce
es responsable de su producto durante la totalidad de su ciclo de vida, desde la
extracción, manufactura, hasta su disposición final. El principio es: “El que contamina
paga”.
De ahí que la única forma de dar una solución permanente al grave
problema de la contaminación por plástico desechable es lo que ya en otros
países está ocurriendo: establecer leyes
que prohíban el plástico de un solo uso o bien lo regulen a través de impuestos
que cobren por la producción de estos envases para que exista suficientes
fondos para lidiar con el desecho final de los mismo y con esto lograr que se
desestimule el consumo de estos materiales desechables. Claro está, todo esto
acompañado por una fuerte campaña de educación dirigida a la población (a
semejanza de la del consumo del tabaco) que logre disminuir finalmente el
consumo de este tipo de alternativa tan dañina para el ambiente.
La expedición Plasticósfera nos permitió documentar la catástrofe ambiental que está generando todo el plástico de un solo uso que consumimos diariamente desde nuestro hogar o lugar de trabajo y que termina en los ríos y por último llega al mar en donde afecta a tantas especies marinas, que incluso luego, el mismo humano consume. (Un estudio reciente señala que en promedio una persona podría ingerir aproximadamente 5 gramos de plástico cada semana, el equivalente al peso de una tarjeta de crédito)
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