La Fundación Pediátrica Guatemalteca celebra este año su 40 aniversario, un hito que refleja la constancia, dedicación y compromiso de una institución que nació con la misión de fortalecer la salud pediátrica en Guatemala y que, con el paso del tiempo, se ha consolidado como un referente en la atención integral para la niñez y las familias del país.
Desde su fundación en 1985, la institución ha sabido enfrentar los desafíos que supone brindar atención médica en un contexto nacional complejo. Ha tenido altos y bajos, como toda organización, pero nunca ha dejado de servir. Incluso durante los años más duros de la pandemia, la Fundación mantuvo abiertas sus puertas, atendiendo a cada paciente con el mismo compromiso y vocación de servicio que la caracteriza.
En sus 40 años de historia, la Fundación Pediátrica Guatemalteca ha atendido a más de 2 millones de personas en diferentes áreas médicas. Hoy, las cifras anuales superan los 35,000 pacientes, quienes no solo reciben una consulta, sino que acceden a múltiples servicios como terapias de lenguaje, fisioterapia, psicoterapia, hidroterapia, nutrición y programas de inclusión escolar. Cada paciente recibe, en promedio, más de tres atenciones distintas, lo que refleja la amplitud y la integralidad de los servicios.
“Los inicios de la Fundación estuvieron ligados a fortalecer el departamento de pediatría del Hospital General San Juan de Dios, a la creación del primer banco de válvulas para niños con hidrocefalia y al equipamiento de la unidad de quemados”, revela el director de servicios médicos, doctor Francisco Batres.
Con el tiempo, la institución supo reinventarse, adaptando sus programas a las nuevas necesidades. Actualmente, servicios como terapia de lenguaje y rehabilitación, que hace dos décadas no eran prioridad, son altamente demandados y constituyen parte esencial de la atención.

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