San Martín, siempre
unido a las tradiciones de Guatemala, y apoyando el fervor y la fe católica, se
sumó a la celebración de Semana Santa con la donación de alimentos para los
voluntarios que elaboraron las alfombras tanto en la Avenida Reforma de la zona
10 como las tradicionales de La Antigua Guatemala.
La primera alfombra
de la Avenida Reforma fue creada para la procesión del Cristo Yacente del
Templo del Calvario, conocida como la más grande que es levantada por 140
personas en cada cuadra. La dimensión de la alfombra fue de 2 kilómetros de
extensión por 3 metros de ancho.
Cientos voluntarios tanto en Guatemala como en Antigua
Guatemala, quienes por mas de 5 horas trabajaron arduamente con la única
intención de demostrar su agradecimiento y devoción, pudieron degustar de los
alimentos proporcionados por San Martín. Lo más relevante de la actividad fue
el trabajo en equipo y en hermandad, valores con los que San Martín siempre se
ha identificado.
La alfombra fue
elaborada con aserrín de madera teñido de colores, con moldes de cartón en los
que se plasmó la creatividad de los voluntarios. El diseño fue libre, aunque
destacaron las flores, las figuras geométricas, así como el rostro de Cristo
crucificado. Esta es la primera vez que se realiza en la Avenida Reforma, un
espacio amplio para permitir mayor distanciamiento, y a la vez, reactivar el
fomento de las tradiciones y costumbres de los guatemaltecos.
Presentes en
La Antigua Guatemala
El mismo fervor
se vivió en la antigua capital colonial, al que se avocaron cientos de
feligreses para aportar su tiempo en la creación de alfombras de aserrín, que
cubrieron con la imagen de Cristo en la cruz, las calles empedradas. Además, la
música y los quemadores de incienso acompañaron el recorrido procesional. Para
los residentes antigüeños el proceso de elaboración es más intrincado: primero
colocan arena para nivelar el adoquín, seguido del aserrín que se ha
recolectado y teñido con tonos brillantes de rojo, amarillo, azul, púrpura,
verde y negro. El pino, las flores y las plantas autóctonas también se utilizaron
para la decoración y el aroma.
El arte de la
fabricación de las alfombras se considera un sacrificio debido al intenso
detalle y la cantidad de tiempo que se dedica a su creación. Por ello, San Martín
aportó su grano de arena en ambas actividades, para alimentar a los feligreses.
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