El Virus Respiratorio Sincitial (VRS) afecta a personas de todas las edades, sin embargo, es más común en niños menores de 2 años. Existen grupos de alto riesgo como los niños prematuros, con padecimientos de broncodisplacia pulmonar (trastorno pulmonar crónico que perjudica a los recién nacidos que han requerido de un respirador al nacer, malformaciones cardíacas congénitas, pacientes inmunocomprometidos y síndrome de down.
Para un diagnóstico de
infección severa es necesario evaluar la historia clínica completa del paciente,
incluyendo sus síntomas, un examen físico y una prueba de laboratorio para
verificar la presencia del virus (PCR o prueba de antígeno). Ante un cuadro más
severo se puede requerir radiografías de tórax y análisis de sangre completos y
orina.
Este virus se
caracteriza por presentarse durante la estación lluviosa, un periodo que tiene una duración en la región
de unos 5 a 6 meses, ya que debido a
las constantes precipitaciones las personas suelen pasar más tiempo en lugares
cerrados, donde se intensifica el contacto con otros. Su transmisión se realiza
al estornudar o al toser, presentando una incubación del virus que va desde 2 a
8 días. Las personas con el
virus pueden transmitirlo durante 3 a 8 días, y los pacientes inmunocomprometidos
pueden continuar la propagación hasta por 4 semanas.
“La mayoría de los
niños suelen recuperarse solos, sin embargo, 3 de cada 100 necesitan ser
hospitalizados y el requerimiento de oxígeno suplementario dependerá de la
condición de salud de cada paciente.[ix],[x]Hay opciones como
anticuerpos monoclonales, que son proteínas de defensa que se inyectan al bebé
para brindarle protección y evitar los casos graves y hospitalizaciones por la
enfermedad. Esto es de suma relevancia para los niños prematuros; pues sus sistemas
inmunes están más débiles; o presentan enfermedades asociadas como cardiopatías
congénitas, que implican un mayor riesgo de complicaciones severas ante el
contagio,” explicó el Dr. Esteban Coto, director Médico de AstraZeneca para Centroamérica y el
Caribe.
Es importante extremar medidas de higiene con los menores, como evitar las aglomeraciones y tocarse la cara, nariz o boca, alimentar al bebé con leche materna, lavado frecuente de manos, el protocolo de tos y estornudo son claves para evitar el contagio. Adicionalmente se recomienda mantener la limpieza regular de superficies y juguetes, no compartir los utensilios de comer y evitar el contacto cercano con personas que fumen, pues los lactantes que son expuestos al humo del tabaco presentan un mayor riesgo de adquirir el virus y agravar su situación clínica.
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