viernes, 20 de noviembre de 2020

DÍA UNIVERSAL DE LA NIÑEZ: La oportunidad para visibilizar y generar conciencia sobre una dolorosa realidad

Hace 66 años se estableció que cada 20 de noviembre se celebraría el Día Universal de la Niñez. Sin embargo, esta fecha está lejos de ser una verdadera celebración para la infancia. Esto se debe a que, en muchos países del mundo, incluyendo Guatemala, los derechos básicos de los niños y niñas no son respetados y por si fuera poco, a la fecha continúan siendo vulnerados de manera sistemática.

Por eso es que, desde Acción Contra el Hambre, organización que lucha por un mundo sin hambre, queremos visibilizar la causa y hacemos un llamado para crear conciencia en la población en general, pero de manera especial en las familias, escuelas y gobierno, para que se entienda que la niñez es solo una.

Está comprobado que los niños y niñas con desnutrición crónica sufren deficiencias en su desarrollo intelectual y físico, lo que trae consigo otras consecuencias negativas. Reconocemos que la niñez es una etapa crucial en la formación de los futuros adultos y por ello hacemos un llamado a que se respeten sus derechos, tales como la garantía y acceso a salud, educación y sobre todo a una alimentación adecuada desde el momento de su nacimiento.

Los derechos de todos los niños y niñas

La Convención de los Derechos del Niño establece una serie de derechos, incluidos los relativos a la vida, la salud, la educación y el derecho a jugar, a la vida familiar, a estar protegidos de la violencia, a no ser discriminados y a que se escuchen sus opiniones.

Pese a ello, 385 millones de niños viven en pobreza extrema, 264 millones no están escolarizados y 5,6 millones de niños menores de cinco años murieron el año pasado por causas que podían haberse prevenido.*

Lo cierto es que dependiendo de la región, país y comunidad en la que se encuentren, los niños no tienen las mismas condiciones de vida ni los mismos derechos. Por esta razón, Acción Contra el Hambre busca proteger la niñez, independientemente de las situaciones o del lugar en el que se encuentre.

En Guatemala el tamaño del problema no es menor, a pesar de que se han hecho avances, la situación de los infantes es preocupante. El 46.5% de los niños en Guatemala presentan desnutrición crónica, esto significa que ni la cantidad ni la calidad de su alimentación cumple con las condiciones mínimas recomendadas para ellos, principalmente durante un período crucial para su desarrollo, la ventana de los mil días. Las deficiencias en cuanto a los micronutrientes fundamentales tienen implicaciones en el presente y en el futuro. Estos niños tienen mayores posibilidades de padecer anemia, enfermedades crónicas en la edad adulta o morir en la infancia. A la vez, al no desarrollarse plenamente, su potencial académico y económico tiende a verse afectado.

Si a lo anterior le sumamos los agravantes de la  COVID-19 y el cambio climático, podríamos afirmar que nos encontramos en una tormenta perfecta para agudizar la ya dramática situación de la niñez en Guatemala.La vulnerabilidad aumenta en el Corredor Seco, donde las familias están especialmente afectadas debido a las constantes sequías y fenómenos climáticos extremos, haciendo más evidente la afectación de las familias debido a las condiciones climáticas de esta región del país, que cada año se extiende más.

En Acción contra el Hambre, mediante los programas que se ejecutan gracias al financiamiento de donantes como la Agencia de Cooperación Española, la Unión Europea en Guatemala o el Gobierno de Canadá, entre otros, hemos atendido a más de 45,000 niños y niñas en temas de nutrición, seguridad alimentaria, agua, salud e higiene.  Sin embargo, a nivel de Centroamérica y especialmente en Guatemala, todavía existe una gran brecha para cubrir todos los derechos de la niñez, lo que nos lleva a la gran necesidad de reforzar esfuerzos y buscar más fondos para continuar actuando por la niñez en el 2021.

¿Qué hacer?

El abordaje para un problema tan complejo debe ser integral y la mejor medicina siempre será la preventiva. En tal sentido, la intervención debe iniciarse antes de que el bebé nazca, asegurando una óptima nutrición materna durante el embarazo, y que debe continuar después del parto, brindando lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida y con una adecuada alimentación complementaria hasta los 2 primeros años.

No se trata solo de comer o dar comida… se trata de alimentarse y nutrirse. La dieta tanto para la madre como para el niño debe ser variada e incluir alimentos que contengan, proteínas, hierro, vitaminas A y D, calcio, yodo, zinc y ácido fólico para evitar problemas como delgadez extrema, baja estatura, poca capacidad cognitiva y dificultades de aprendizaje” Ana Lucia Juárez – Comunicación Acción contra el Hambre.                                                                                                                                          


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